Siguiendo con le post de la semana pasada, vamos a seguir hablando de la iluminación interior y los tipos de estas que hay.
De este modo podremos enterla mejor, y realizar la mejor elección a la hora de elegir una iluminación correctaa para nuetsra vivienda, lugar de trabajo…
Hoy hablaremos de los sistemas de alumbras, estos se calificas en cuatro sistemas diferentes. Iluminación directa, iluminación difusa y iluminación indirecta.
ILUMINACIÓN DIRECTA
La iluminación directa se produce cuando todo el flujo de las lámparas va dirigido hacia el suelo. Es el sistema más económico de iluminación y el que ofrece mayor rendimiento luminoso. Por contra, el riesgo de deslumbramiento directo es muy alto y produce sombras duras poco agradables para la vista. Se consigue utilizando luminarias directas.
En ella casi todo el flujo luminoso se dirige directamente a la superficie que ha de iluminar. Esta iluminación produce sombras duras y profundas y existe el peligro de deslumbramiento al situarse dentro del campo visual de los manantiales luminosos de gran luminancia. Este peligro se evita disponiendo en los aparatos de alumbrado viseras o placas verticales de vidrio o un difusor que corte o difunda la porción de haz luminoso que pudiera llegar directamente a la vista del observador.
ILUMINACIÓN DIFUSA
Si el flujo se reparte al cincuenta por ciento entre procedencia directa e indirecta hablamos de iluminación difusa. El riesgo de deslumbramiento es bajo y no hay sombras, lo que le da un aspecto monótono a la sala y sin relieve a los objetos iluminados. Para evitar las pérdidas por absorción de la luz en techo y paredes es recomendable pintarlas con colores claros o mejor blancos.
ILUMINACIÓN INDIRECTA
Por último tenemos el caso de la iluminación indirecta cuando casi toda la luz va al techo. Es la más parecida a la luz natural pero es una solución muy cara puesto que las pérdidas por absorción son muy elevadas. Por ello es imprescindible usar pinturas de colores blancos con reflectancias elevadas.